domingo, 21 de junio de 2009

Retazos IV



El calor era abrumador aquella madrugada. Casi podía asir los rayos rezagados del sol,
parecían haberse quedado escondidos entre las esquinas de la destartalada habitación.
Las gotas de sudor salado copaban sus delicadas clavículas,
tan blancas como un invierno desconsolado,
casi podía verse la luna reflejada en ellas.

Su mirada era un extraño aliño entre el desconsuelo y la esperanza,
quien la conocía sabía que de lo último apenas quedaba un suspiro,
pero era bonito creer que los malos sentimientos podían
desdibujarse con la ingenuidad del desconocido.

Hacía ya muchas noches que no lloraba ante su reflejo,
las lágrimas habían tocado a su fin, quizá las precediera la sangre...
quizá aun le quedasen fuerzas para derramar su amargo óbito,
escurriendo leve y áspero
por sus destrozados lagrimales rubicundos.



De pronto, el chasquido indiscutible de un espejo al caer,
la mirada asustada de una mujer al borde de la locura
y la guadaña de lo inevitable.




------------------------------------------------------------------------------------------------
Imagen: Furiae

2 comentarios:

  1. me ha gustado la expresion "y la guadaña de lo inevitable".
    sigue escribiendo q esta guay^^

    ResponderEliminar
  2. Todo el texto huele a muerte, agobio delicioso.

    Besos y gracias por seguirme.

    ResponderEliminar